El segundo cuatrimestre ha empezado a lo grande en el Tomás. Quince aventureros nos embarcamos el pasado jueves, 9 de febrero, en un fantástico viaje a las gélidas tierras checas. La aventura comenzó antes de salir del propio aeropuerto, ya que tuvimos que recorrer con marca olímpica toda la terminal de Bruselas para conseguir llegar al vuelo que nos llevase a Praga. Y no quedó ahí la aventura aeroportuaria ya que a nuestra llegada a Praga siete de nuestras maletas no llegaron a destino, es más, una de ellas todavía sigue en busca y captura a día de hoy.
Una vez asentados en el hotel, dedicamos la primera tarde a una visita guiada por el casco histórico de la ciudad vieja y el barrio judío, con especial parada en el famoso reloj astronómico del ayuntamiento. La noche caía y encontramos refugio en una de las típicas tabernas de la ciudad, que nos deleitó con la gastronomía típica y la famosa cerveza checa de variados colores y elaboraciones.
El día siguiente lo dedicamos al barrio de Mala-Strana y el inmenso complejo del castillo, que alberga también la catedral de la ciudad. A todos nos sorpendió la belleza del puente de Carlos con sus torres y estatuas, así como las vistas que pudimos disfrutar al atardecer desde la torre del Petrín, a la que prácticamente llegamos patinando sobre un bosque helado y helador.
La mañana del sábado la compartimos con las alumnas del Colegio Mayor Montellano, que también estaban de excursión en Praga, y juntos fuimos a ver el campo de concentración de Terezín, uno de esos lugares donde todavía puede percibirse con crudeza el horror de los totalitarismos del siglo XX. Desde allí regresamos a uno de los miradores más visitados de la ciudad, donde se encuentra el famoso metrónomo de Praga, que sustituyó a la gigantesca estatua de Stalin que durante cuarenta años se erigió en ese lugar. Ya por la tarde visitamos la ciudad nueva, haciendo una parada especial en los edificios danzantes y en el Teatro Nacional, disfrutando de un agradable paseo por la ribera del río. Y para rematar la jornada con un broche de oro realizamos un tour de la cerveza, en el que descubrimos multitud de curiosidades e historias sobre esta singular bebida .
La mañana del domingo conocimos las sinagogas de la ciudad y el pintoresco cementerio judío. Con las compras de algunos recuerdos y la comida en nuestra taberna preferida pusimos fin a una excursión inolvidable.
Gracias a todos por hacer de este viaje una gran oportunidad para la buena convivencia.